lunes, 14 de septiembre de 2015

La cosecha

-         Inspirado en el cuadro "La cosecha" de Camille Pissarro, 1887


             - Vámonos. Hace más de doscientos años que estamos quietos acá como unos pelotudos haciendo que cosechamos. En cualquier momento me agarra una hernia de disco si sigo así. Además, ¿todo para qué? Si la guita se la queda el hijo de puta que nos puso acá. Peor, el viejo ya murió y sus hijos, nietos y demás se hicieron ricos sin laburar a costa de nuestro esfuerzo. Nosotros no vemos ni un centavos y para peor, nos re cagamos de calor con esta ropa y este sol que nos dejó. Por lo menos si nos llegará un poco del aire del museo, pero ni eso, estos japoneses con esas ideas de que nos arruinamos con el frío y no sé qué carajo nos tienen sudando la gota gorda a rayo partido. De yapa, tenemos que soportar como tantos estúpidos de diferentes tamaños y colores se para a ver como laburamos, gratis, cagados de calor y agachados. ¿Pero acaso ese barbudo de Lincoln no había abolido la esclavitud? Qué alguien le avise que hoy en el 2015 sigue vigente más que nunca. Basta, ya me cansé, yo me voy a la mierda y que sea lo que dios quiera, estoy podrida de estar acá. Si me agarran no me interesa, que me rajen, ni siquiera vamos a cobrar indemnización. El que quiera que me siga. Chau.


Simplemente se bajó, le tomó la gaseosa a un niño gordo rubio, se secó la frente con su campera y se fue rengueando. Ese día, al resto de los cosechadores le dieron la tarde libre y por fin después de tanto tiempo pudieron ir a conocer Tokio. 

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