Te presentas ante mí constantemente sin que te lo pida, pero sabiendo que te
quiero, que te necesito, que no puedo
vivir sin vos. Estas todo el tiempo ahí, alcanzándome, avasallándome, haciendo
mi vida más intensa, más insoportable. Te disfrazas de muchas maneras para
tratar de engañarme, de engañarlos; pero de nada sirve mentirse a uno mismo. Te
tengo que enfrentar. O no. Te tengo que hacer mía. O ya sos mía. O yo soy tuya.
No lo sé con exactitud pero ahí estamos. Vos y yo como dos partes de un todo.
Me cubrís por completo, me agarras desprevenido, inseguro, indefenso,
necesitado de vos. Te llamo, te imploro, no logro concebir mi vida, mi día si
vos no estas. Aunque me vaya lejos, en paz, al medio de la nada, te tomas el
trabajo de hacerte presente. Me invadís, y toda esa calma se vuelve ruido, se
vuelve polución, el aire se contamina, me marea, lo siento en la cabeza, y
también en el pecho, se empieza a agitar la sangre, se desboca, se enloquece
por mi cuerpo, las piernas pican, se electrifican, se tensan. Comienzo a
transpirar, mis manos se humedecen, se patina la birome, se escurre. Entro
rápidamente en calor. Me desvisto hasta donde puedo. Si pudiera, me quedaría
completamente desnudo, mojado, indefenso. Intentaría sacarte de mi piel, de mi
estómago, de mis riñones, de mi intestino. Te escupiría si pudiera, te
abandonaría. Pero estoy seguro de que si así fuera; yo, que soy tan cagón, te
volvería a buscar, me volverías a buscar, nos encontraríamos una y otra vez,
sea donde sea, en una botella, en un taxi, en un gran pedazo de queso. Dios no
quiera que fuese en un cigarrillo. Ahí ya no quiero buscarte. Si tan solo
pudiera guardarte en una caja, sacarte cuando yo lo decida, dominarte, tenerte
en la palma de mi mano, chiquita, débil, todo sería diferente. Si esta vez
fuera así, no estaría llenando cada renglón, tachando por tu culpa, por la
velocidad, la adrenalina con la que manejas mis dedos, mis ideas, mi dislexia
emocional. Dejame en paz, al menos por un rato, que suena el piano tranquilo,
que se quedó sin vino el vaso y tengo que esperar para volver a llenarlo, que
se quedó sin tinta este cuerpo, se secó y ya es de noche, que es infinito esto
si de verdad no te vas. Andate. Si no te vas tiro la birome a la mierda, rompo
la hoja, tacho todo lo que escribí, me sirvo más vino. Me emborracho, mucho,
hasta olvidarte, hasta desmayarme, hasta poder de una vez por todas dormirme,
flotar, poner mi mente en blanco. Adiós; aunque sea solo por un momento, te voy
a dejar. Nos vemos a las diez en la parada del colectivo. O del taxi si no
viene rápido el 29. ¿Qué hay para comer? Ya es tarde, ya casi es mañana. Me voy
a trabajar. Chau.
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