jueves, 7 de noviembre de 2013

Vivir cada día como si fuera cada día


Nunca estuve de acuerdo con la frase que dice que hay que vivir cada día como si fuera el último. De hecho estoy en contra de aquella sentencia. Sobretodo porque la veo completamente perjudicial para cualquier persona. Estoy convencido de que las consecuencias que traería llevar a cabo el contenido de dicha frase pueden llegar a ser devastadoras y de distintas índoles.
 Por un lado, pienso que mucha gente se pasaría el día llorando angustiada por saber que no habrá mañana y que perderá a sus seres queridos, sus posesiones o sus proyectos. Esto causaría una gran depresión general provocando un estancamiento tanto emocional como dinámico. Por otro lado, habría varios que sacarían a relucir deseos por demás oscuros con el aval de que no serían juzgados más allá del final del día. Algunos quizás hasta pueden matar por esto, y al despertarse se desayunarían con una orden judicial para pasar una larga estadía en una jaula. Esto provocaría una superpoblación de las cárceles no dando abasto ni el lugar, ni la comida. Y a esto si le sumamos, que si dentro de las fantasías más prohibidas, encontráramos las relacionadas con los engaños sexuales, como resultado de esto habría más actos de violencia de acuerdo a una posterior venganza que no estaba implorada durante el acto sexual prohibido por la tonta creencia de ser el último día. De ese modo, habría que invertir mucho dinero para la construcción de nuevos pabellones.
Otras personas aprovecharían sus 24 horas finales para dar rienda suelta a los vicios prohibidos por la sociedad o por su Doctor de turno. Comerían, beberían y usarían drogas hasta el hartazgo buscando allí el placer infinito que no tiene futuro. Y al día siguiente, con resaca, con descompostura, con el colesterol por las nubes, y con varias neuronas menos, se lamentarán de haber escuchado y obedecido a esa frase.
Otros simplemente, faltarían a sus obligaciones diarias para pasar un día libre y relajado sin contemplar que a la mañana siguiente, los más afortunados buscarían alguna excusa convincente y los demás buscarían otro trabajo para no quedar en la calle.
En fin, las consecuencias pueden llegar a ser muy desalentadoras para el futuro de la sociedad.
Muchos podrán pensar que mi modo de ver las cosas es un tanto precavido y cauto y sin ninguna emoción donde las cosas son exactas, aburridas y monótonas. Pero en tal caso, yo reformularía la frase de modo que cada día sea vivido como el primero y no como el último. De esa manera, nada sería monótono ni aburrido;  sino por lo contrario, todo sería nuevo, todo estaría por hacerse, todo cambio sería posible. Entiendo que muchos pueden tildar esto de simplista, o de una manera tontamente idealista de ver el mundo. Entonces solo quedaría por decirles que vivan cada día como si fuese ese día, con el trajín de ayer y la incertidumbre de mañana.
                                                                FIN

martes, 29 de octubre de 2013

SILENCIO COLECTIVO

"Se ríen de mí por ser diferente, yo me río de ellos por ser todos iguales" (Kurt Cobain)

Hacía tanto tiempo que no la veía. No recuerdo cuando había sido la última vez. Probablemente haya sido en la facultad, en las clases de derecho romano. Aquellas eternas noches con el profesor Lombardo. Solíamos ir a tomar algo después y discutíamos sobre política. No compartía sus ideales comunistas, pero me excitaba ver el fervor con que defendía sus ideas. Como se le fruncía el ceño y como sus carnosos labios pronunciaban palabras como “marxismo” o “proletariado”.  Siempre tuve el deseo de que pueda poner en esa boca términos como “traqueotomía” “pancreático” o “motricidad”; pero no era estudiante de medicina lamentablemente.

Tardé poco menos de quince segundos en reconocerla. La misma expresión en su cara redonda, el pelo algo más corto que en sus épocas de universitaria.  Con los ojos negros fue buscando un lugar libre. Yo rogaba porque me mirara y me reconociera pero sabía que era difícil. Después de aquel accidente, los cirujanos hicieron hasta lo imposible por acomodar cada parte de mi rostro en su lugar. Desde aquel día, sabía que cada vez que suba a un colectivo la gente trataría de no sentarse cerca de mí. Por miedo, vergüenza o por lo que sea intentaría evitarme a toda costa. No los culpo, yo haría lo mismo.

 Eligió justo sentarse en el asiento de adelante. No había cambiado de perfume. ¿Para que hacerlo? Mi corazón empezó a latir tan fuerte que retumbaba por todo el vehículo. Tuve miedo de que me delate. Rápidamente mis manos se humedecieron. Tenía que tranquilizarme, yo tampoco había cambiado mi perfume.

No tenía idea hasta donde iba ella. A mí me quedaban aproximadamente diez minutos de viaje. Paradójicamente ese día no había tráfico, ninguna calle cortada, ninguna protesta, nada. ¿Dónde estaban los comunistas cuando los necesitaba? El tiempo era más tirano que nunca y no podía dejar pasar esta oportunidad. Había estado esperando este momento por varios años. ¿Cómo hacer para que no se asustara, para que no huyera a otro lugar? Entonces se me ocurrió una idea bastante idiota pero efectiva tal vez. Podría simular un llamado telefónico de alguna de esas empresas que se empeñan en arruinarnos el día ofreciendo felicidad en paquetes. Odiaba todo ese palabrerío estúpido, sacaba lo peor mí. De todas maneras para poder dar mis datos tendría que aceptar aquella supuesta oferta e ir en contra de mis principios; esta vez el fin justificaba los medios.

-Hola
- (silencio)
- Sí, soy yo
-(silencio)
-ehh….cuanto sería el costo final?
-(silencio)
- Y tiene internet ilimitado y llamadas gratis a cualquier otro que tenga cornostar?
-(silencio)
-Bueno si, me gusta el plan, ¿Cómo tengo que hacer?  ¿Cuándo empieza?
- (silencio)
- Si, Rodolfo José Lanzetta
-(silencio)
-Veintisiete millones, tres cuatro uno, seis seis ocho.
-(silencio)
-Mostrocard
-(silencio)
 -Disculpe lo que pasa es que estoy en un colectivo, y con la inseguridad de hoy en día vió. De todas maneras tienen que tener mi número de tarjeta  porque ya venía pagando con el plan anterior.
-(silencio)
-Dale muchas gracias y disculpe, no es de paranoico pero por las dudas.
-(silencio)
-Perfecto, muchas gracias, hasta luego.

Para el momento en que había finalizado la sobre actuación, mi corazón se había desbocado y un charco rodeaba mis pies. Por un instante pensé que no iba a lograr sobrevivir a tanta emoción. Sobre todo cuando su cabeza comenzó a girar como  la tierra alrededor de su eje (como me costaba recordar si era traslación o rotación, aunque por lógica debe ser esta última) hasta llegar a los 180 grados y se detuvo, frente a mí. Toda la seguridad con la que doblaba su cuerpo para encontrarse con aquel viejo compañero de universidad se desvaneció en un segundo al verme. Debe haber sentido tal vergüenza que su corazón, cual fija un domingo, atravesaba galopando y dejando atrás todos los demás corazones presentes, incluso el mío. No había vuelta atrás. Ella había arremetido con una confianza extrema y ahora estábamos cara a cara. ¿Qué habrá pensado ella? ¿Quién es este adefesio que le robó el nombre a mi amigo? ¿Podría ese hombre realmente ser Rodolfo? ¿Por qué giré tan rápido la cabeza? ¿Acaso tanta emoción me daba volver a verlo? Entre todas estas preguntadas que creí que ella se hacía, la que más me convenció para romper el silencio fue la última. Entonces, con el temor de quien se enfrenta al verdadero amor de su vida, deslicé entre mis labios un pequeño y tímido…Jimena. Pude sentir el tremendo nudo atándose en su garganta, entonces decidí seguir con mi monólogo.

-Jime
-(silencio)
-Soy Rodo
-(silencio)
-¿Estoy distinto no?
-(silencio)
-No te preocupes, a todo el mundo le pasa cuando me ve. Ya estoy acostumbrado a ver como sus gargantas se anudan y sus bocas tiemblan.
-(silencio)
-Espero que aun así, te alegre verme. Vos siempre me decías que las apariencias aunque fueran importantes, no eran lo esencial. Sigo siendo el mismo, el que te peleaba por tus ideales revolucionarios, el amigo “conservador”.
-(silencio)
-Por favor contéstame, estoy comenzando a dudar de que vos no seas quién yo pienso. O peor, que yo no sea quien yo pienso.  
- (los nudos no daban tregua y el silencio se volvía cada vez más insoportable)
-Me estás faltando el respeto, me haces quedar como un loco hablando solo, como un psicópata. Y además es una idea fácil de asociar a mi rostro. Por favor, decime algo
-(silencio)
-(levantando considerablemente el tono de voz) Jimena, por el amor de dios, contéstame algo, me estás poniendo nervioso. (Comenzó a brotar espuma de mi boca)
-(silencio)

En ese preciso momento, la rotación lentamente ponía de vuelta a su cabeza en su lugar y dentro de mi cuerpo un volcán reventaba mis tripas; y el fuego subía hasta mi cabeza y mi boca. Toda clase de insultos se clavaban como lanzas en su cuello. Podía oler su sangre helada cayendo por su espalda. Podía sentir como el huracán de mis palabras la arrancaban de su asiento y la alejaban rápidamente de mí. Podía oír su llanto, su vergüenza, la de los seres humanos. Y pude ver como enredaba sus piernas y rodaba por las escaleras hasta dar su cara contra el pavimento. Y también pude ver como su rostro empapado de sangre y hormigón volvía a girar y tras una roja catarata sus ojos y los míos volvían a encontrarse. La nariz rota, los pómulos raspados, los dientes clavados en la calle, y una pequeña palabra que pedía permiso por su boca y sonaba en todos los rincones del mundo, y de mi corazón. RODOLFO!


miércoles, 17 de julio de 2013

El deseo de Caín y el mundo que tenemos por delante


No inventé nada, solo acomodo palabras a mi antojo. Solo bajo al papel la búsqueda constante del deseo. Aunque nunca llegue a encontrarlo. Esto hace que mi mano se mueva, que el bolígrafo se desangre, que mi alma se depure. La eterna catarsis de la insatisfacción. Mi salvación, nuestra salvación, la del mundo entero.

Caín mató a su hermano. Pero no murió con él. Sus piernas todavía funcionaban, su corazón seguía latiendo. Ya quisiera que Abel volviese a nacer cada día; sentirlo respirar y empuñar el cuchillo una y otra vez. No tener que pensar, no tener que salir al mundo, a buscar lo que nunca va a encontrar. O tal vez sí.

 Al morir Abel, nació en Caín la condena, su deseo. Sus ganas de escribir, quizás. Su motor para buscar, para escapar, para correr. La biblia dice que Dios lo condenó a vagar por la tierra. ¿Qué clase de condena es aquella que hace que nos movamos de aquí para allá, que admiremos las distintas formas de la naturaleza, sus ríos, sus montañas y sus playas, que nos insertemos en las diferentes culturas, que nos perdamos en las grandes ciudades?


Gracias, mataste a tu hermano y me redimiste, nos redimiste, nos diste la voz, el amor y el odio, la falta, la vida y la muerte, lo que está más allá, el llanto y la risa. En tu deseo vivimos todos aquellos que supimos matar a Abel. Los que lo intentamos cada día, los que tenemos muchos más Abeles por delante, los que llevamos tu marca en la piel, los sujetos que caminan, que hablan, que se desangran; como este bolígrafo, como esta pantalla, como este deseo, el tuyo, el mío, el del mundo entero. O eso espero.

jueves, 21 de febrero de 2013

BOLIVIA...


Hay una gran cantidad de sentimientos que el hombre no conoce. Estos, nada tienen que ver con algo relativo a la edad de cada uno. Simplemente que el mundo es mucho más de lo que uno puede ver y es el mismo hombre el que le fue agregando infinitas variables que combinadas pueden llegar a lugares insospechados por nosotros. Lo mejor, es que al encontrarse uno con estos sentimientos desconocidos, no sabe cómo nombrarlos, y eso, hace que esa avalancha de emociones se desparrame rompiendo las barreras del lenguaje.
Hace varios días, mi cuerpo y mi mente fueron participes de una de las sensaciones más extrañas que hayan vivido hasta hoy. Mientras atravesábamos con mi grupo de viaje el sur de Bolivia a bordo de una  camioneta, tuve la sensación por un momento de haber dejado el mundo en el que habitamos día a día. Como si el tiempo corriera diferente, o más aún, como si se hubiera detenido. La no-vida. La no-muerte. La eternidad del instante interminable. No había cielo ni infierno, no había mundo, al menos no el que conocemos. La prueba inexorable de que realmente esto era así, es que no necesitaba respirar para sentirme despierto, el aire entraba a borbotones por cada poro de mi piel tan silencioso como intenso. Del otro lado de la ventana, un manto blanco cubría el desierto y las montañas. De este lado, otro manto blanco cubría toda la camioneta. La inconfundible voz de Thom Yorke llegaba como un bálsamo para mi frágil corazón. Flotaba como una pluma, en este mundo hermoso y deseaba ser especial. Y lo fui. En ese instante no había nada más especial que yo. Y aunque la canción insista, y me pregunte que hacía allí, yo supe que en ese momento pertenecía a ese extraño lugar, porque yo era extraño.
Como verán, son solo aproximaciones, solo adornos, solo pocas las palabras, y algunas de ella ni siquiera mías. Perdón, las palabras no son de nadie, mucho menos mías, ni de Thom. Pero algunos las usan mejor que otros, no es mi caso. Si el de Thom. Sin embargo ahí estaba, sin palabras, con Bolivia, con desierto, con montaña, con nieve, con Delfina, con Agustín, con Magdalena, con Carlitos, con Kate, con Carrie, con Thom, con  Jonny, con Ed, con Colin, con Phil. Con todos. Conmigo. Con nadie. What the hell I am doing here? No lo se, pero que bien se siente.

                                                         FIN

viernes, 1 de febrero de 2013

Silbando en el viento

A Luciano Arruga, desaparecido el 31 de Enero de 2009.

Es verano, sin embargo hoy no salió el sol
Es de día, y todo está tan oscuro hoy
son de tierra, son de barro, las lágrimas
son del pueblo, son del barrio las ganas de gritar

Y hoy no te quedaste a cenar
alguién decidió sobre tu cara
quién iba a pensar que en estos tiempos
habría que tachar a uno más, silbando en el viento

quién nos cuida? y quién se lava las manos?
quién nos tira? quién escupe más gusanos?
que respiran los que no tienen NOMBRE ni VERDAD?
que ironía, es que te cuida es el que te clava el puñal!