jueves, 23 de octubre de 2014

M#los entendidos

-          - La verdad, no entiendo mucho lo que me queres decir
-          - Te digo que no puedo decir todo lo que quiero.
-          - ¿Por qué?
-          - No lo sé. Tengo esto que nose como decirlo.
-          - ¿Pero qué es tan difícil? ¿Tenes algún problema conmigo?
-          - No. Es distinto. Intento decirlo pero no sé como.
-          - Que raro che. Mirá que a mí me podes decir lo que quieras que no te voy a juzgar.
-          - ¿Qué me queres decir con eso?
-          - Y…que si tenes alguna duda, que todo bien, yo no te voy a decir nada.
-          - No te entiendo.
-          - Dale che, no te hagas el boludo que te conozco bien.
-          - En serio que no sé que me queres decir con eso.
-          - Yo sé que es un tema difícil, que la sociedad muchas veces juzga, pero son tiempos de cambio. Hoy en día por suerte hay mucha más tolerancia. Además, vos sabes que  conmigo podes abrirte.
-          - ¿Conmigo qué?
-          - Mirá Ramón, yo me doy cuenta que conmigo te comportas de manera diferente, que me miras de otra manera.
-          - ¿Qué decis? Eso no es cierto.
-          - Tranquilo. Ya que estamos voy a aprovechar para decirte que yo también me siento distinto cuando estoy cerca tuyo. Hay una conexión entre nosotros, se siente en el aire.
-          - ¿Vos me queres decir que te gusto? ¿Vos sos puto?
-          - Che, no me digas así, no seas despectivo. Además yo también te gusto a vos. Sacate los prejuicios, animate.
-          - Creo que no me entendes lo que te estoy diciendo. No es eso, no soy puto, o trolo, o como te guste decirle. ¿Cómo que te gusto?
-          - Uh…ehh…si, me gustas. La verdad que no tenía planeado decírtelo pero pensé que a vos te pasaba lo mismo conmigo. ¿Estás seguro que no es eso?
-          - Cien por ciento seguro.
-          - Uh, la puta madre. Que cagada me mandé, perdóname, no me mires raro ahora.
-          - ¿Che, pero siempre te guste? ¿Desde qué momento?
-          - Hace un tiempo, pero dejemos las cosas como estaban. No quiero que ahora te alejes de mí.
-          - Pero es serio esto. Perdón si te confundí, no fue mi intención.
-          - No pasa nada Ramón, está todo bien. Mejor olvidemos esto. Total, hace años que me vengo reprimiendo. Creo que ya me acostumbre.
-          - No, no sirve eso. Tenes que decir que es lo que sentís. No sirve reprimirlo, es peor.
-          - ¿Pero qué queres que haga? Mis viejos me van a matar, la gente se va a alejar de mí. Se va a armar mucho lío. Prefiero dejar las cosas como estaban.
-          - No. Tenes que decirlo.
-          - Para vos es fácil porque no te pasa, pero ponete en mi lugar.
-          - Te entiendo, debe ser difícil. ¿Quién conoce de esto que te ocurre?
-          - Che, no tenes que ser tan correcto hablando. Podes ser más frontal, ¿somos amigos no?
-          - Es que no sé como decirlo
-          - Ves, yo sabía que era al pedo habértelo dicho. Ahora te vas a alejar seguramente.
-          - No es eso.
-          - ¿Ah no? ¿Y qué es entonces?
-          - Es qué es difícil decirlo.
-          - Si tan jodido es para vos decirlo entonces no digas nada. Yo te entiendo. Debe ser raro que un amigo tuyo te diga que es gay. No solo eso, sino que además de ser gay, te diga que le gustas. Pero bueno perdón, no era mi intención decírtelo, lo que pasa es que pensé que te pasaba lo mismo, porque estabas muy misterioso, muy nervioso. Ahora me siento un pelotudo bárbaro. Lo único que te pido es que olvidemos todo esto, que tratemos de seguir la relación como era antes de esta charla. No me la hagas más difícil de lo que es.
-          - Loco, no es eso. Si preferís los hombres, perfecto, no tengo inconveniente.
-          - ¿Entonces porque hablas tan raro? Ni siquiera me nombras.
-          - Es que no puedo decir tu nombre.
-          - ¿Cómo? Para un poco. Ahora que tu amigo te dijo que era puto, no podes manchar tu heterosexual boca con mi nombre. ¿Quién te crees que sos?
-          - No. No te enojes, no es eso. Te respeto como siempre te respeté.
-          - Entonces dejá de hacerte el misterioso, el raro y volvé a ser el de siempre.
-          - No puedo, me estoy volviendo loco.
-          - ¿Qué carajo de te pasa?
-          - No puedo decir todo lo que quiero decir. ¿Me entendes?
-          - No te entiendo un carajo. ¿Te sentís bien? ¿Estás drogado?
-          - Existen ciertos términos que no puedo poner en mi modo de decir.
-          - ¿Términos?
-          - Si, por ejemplo. ¿Cómo es el nombre del fruto prohibido?
-          - ¿Fruto prohibido? ¿Manzana?
-          - Si, ese fruto.
-          - ¿Qué pasa con la manzana?
-          - No puedo decir eso. Ni el otro fruto que comen los monos.
-          - ¿De qué estás hablando? ¿Por qué no podes decir esas palabras?
-          - Porque perdí eso que tienen esos términos. Si yo te digo e, i, o, u, ¿Qué me respondes?
-          - Que sos un pelotudo, que te estaba abriendo mi corazón y que me saltas con una pelotudez enorme.
-          - No, en serio te pregunto.
-          - Te volviste completamente loco. No sé, las vocales. ¿Qué pasa con eso?
-          - Te repito. E, i, o, u.
-          - Te repito. V, o, c, a, l, e, s, las putas vocales.
-          - Pero, creo que lo que vos decis no es del todo correcto. Fíjese bien.
-          - Uh, ya me cansé de este jueguito. Al final resultaste ser un pelotudo importante. No entiendo como me enamoré de vos pero la verdad me estoy desenamorando rápidamente. Lo lograste Ramón, podes quedarte tranquilo que no te voy a joder más. Chau.
-          - No, te pido que te quedes. Te necesito.
-          - Basta, no soy tu esclavo, tampoco te creas que sos el último hombre vivo. Me voy a buscar otro por ahí, me cansaste con tus misterios.

Se levantó bruscamente y lo dejó a Ramón balbuceando cosas incomprensibles. Se fue apenado, con la vergüenza de haber quedado expuesto ante su amigo y no haber sido correspondido. Ni siquiera lo había podido entender. Se fue triste. La persona que el más quería no solo no lo había comprendido sino que había intentado evadir el tema haciéndose el gracioso, o el misterioso, o lo que fuera. Mientras tanto, Ramón pagó la cuenta sin decir una palabra y se fue caminando hasta su casa. En una esquina, un hombre lo cruzó repentinamente y se llevó su valija. Cuando quiso reaccionar, el flamante ladrón ya se había alejado más de una cuadra. A los pocos metros había un oficial de policía. Llegó agitado por los nervios.

-         -  Señor, sufrí un robo.
-          - ¿Cómo dice? ¿Cuándo le robaron?
-          - Recién.
-          - ¿Cómo fue? ¿Dónde?
-          - Vino un tipo y me quitó el bolso, el bolso.
-          - ¿Dónde?
-          - Viste Dorrego y Soler. Bueno, no en ese sitio pero en uno que es muy próximo.
-          - ¿Usted me está tomando el pelo?
-          - No señor, le digo en serio.
-          - Mire, no tengo tiempo para perderlo con boludos como vos que se hacen los vivos, así que haceme el favor y andate antes de que pierda la poca paciencia que tengo.

Ramón no quiso insistir. Sabía que era en vano. Decidió irse solo, llorando en un profundo silencio. Había perdido su valija con cosas importantes de trabajo, pero lo más triste, era que probablemente haya perdido la confianza de uno de sus mejores amigos. Y todo eso por un problema que parecía pequeño y que se volvió realmente insoportable.


¿Cuál era ese problema?

No hay comentarios:

Publicar un comentario