Cuando empecé este blog, fue por una duda existencial de mi
infancia acerca de la actitud kamikaze de las abejas. Ayer, casi dos años
después, otra duda de mi niñez irrumpió en mi cabeza sin pedir permiso y sin
explicar porqué.
Nací en el 1987, con lo cual la tumultuosa década del 90 con
su neoliberalismo cocacolero y su depresión llegando al Nirvana me alcanzó a
los 2 años y meses y me abandonó a los 12 y monedas. Soy el menor de una
extensa familia y como en toda casa noventosa con hermanos mayores melómanos, el
Compact Disc (CD) era la vedette. Yo no tenía plata para pagar sus encantos. Lamentablemente
tenía que seguir conformándome con cassettes grabados con lo “último” de Los
Rolling Stones o compilados que querían encajar piezas de distintos
rompecabezas como por ejemplo, “Moscato, pizza y faina” y “Enter Sandman”
conviviendo en el TDK de 90. En fin, agradezco enormemente el tiempo dedicado a
esas grabaciones, sobre todo a aquella que tenía “Rock para el negro atila” que
dio comienzo a un amor eterno.
Volviendo a la
vedette de forma redonda y color plateado, como la mayorías de las vedettes de
hoy en día, había varios cds que eran una fija en toda casa que se precie de
ser rockera. “El amor después del amor”, “Jump Back” y “Nevermind” eran algunos
de los discos que habían sido editados en los 90 y que formaban parte de las
bateas de callao y las heras. Sin embargo había dos en particular que eran
clásicos de la época. Eran tesoros de 12cm de diámetro. Tal es así que había
uno por cada hermano mayor. La generosidad también tenía su límite.
“En una esquina, con
más de 4 millones de copias vendidas solo en Estados Unidos, y muchas más por
todo el mundo, disco de oro en varios países, más conocido como ´el compilado
de los chicos malos de Boston´, con ustedes… Big Ones. En la otra esquina, con
toda la potencia del vivo, con toda la furia del rock en su estado más puro,
señoras y señores con ustedes, ACDC Live!”
Dos grandes discos que detonaron los minicomponentes sony,
philipps y hasta esos aiwa que venían fallados. Sobre todo el segundo. Como
olvidar ese comienzo frenético de “thunderstruck”. ¿Qué púber y aprendiz de
guitarra no intento imitar aquel punteo de Angus con una guitarra criolla? ¿Qué
chico católico no quiso subirse a la autopista del infierno para tocar sus
campanas? ¿Quién no abrió los brazos con los puños cerrados en el estribillo de
“Moneytalks”? ¿Quién no quiso escaparse
de su cuerpo escuchando Whole lotta rosie? ¿Qué banda adolescente pensó que se
podía hacer un cover de “You shook me all nihgt long” y terminaba dándose
cuenta de que le faltaba mucha sopa y Jack Daniels? La realidad es que todos los
que conocimos esta obra infernal antes de cumplir la década de vida nos compramos
una hectárea en la casa del mismísimo Satán y soñamos con los bombardeos del
final.
Es a raíz de esto es que surge esta duda existencial en mí.
¿Existirá alguna canción lente de ACDC? ¿Habrá alguna balada para mostrarle a
nuestros padres y convencerlos de que no fuimos poseídos por el demonio? Creo
que muchos, o al menos yo, quisimos conformarnos diciendo que “She´s got the
Jack” era algo así como “la parte lenta de la banda”. La canción tiene de lento
lo que yo de taiwanés.
Lamentablemente con el pasar de los años me fui suavizando
bastante, hasta llegué a enamorarme y a pedir para algún cumpleaños un disco de
La Sole (¿quién no tiene un muerto en el ropero?), y entonces, mi duda se fue
desvaneciendo como el talento de Steven Tyler para componer. Sin embargo, un
día como hoy, pero ayer, sin ningún motivo volví a pensar en aquello que me sorprendía
tanto de niño. Por suerte, ya habían pasado varios años, y hasta cambiamos de
siglo y hasta de milenio y la tecnología, tantas veces hija de puta para mi
cerebro -2.0, esta vez fue de gran ayuda. Solo tuve que escribir en el buscador
de internet si existía algún tema lento de la banda y para mi alegría, había
gente que se había tomado el trabajo de responder. La duda no era solo mía, no
soy para nada original.
Dos canciones son las
que parecen tener la rara cualidad de ser lentas y al mismo tiempo de ACDC. Quizás
haya más pero perdonen mi ignorancia, ya dije que me fui suavizando con los
años. La primera que escuché, “Love song”, hasta el primer minuto creí que era
puro sarcasmo. Después, le hizo honor al nombre, se tranquilizó y hasta casi me
hizo llorar. Si me viera Angus, pensé, me partiría su Gibson en la cabeza. La
segunda en la lista, “Ride on”. Solo hay
que juntar los brazos por detrás de la cabeza, entrecerrar los ojos y hacer
leves movimientos para atrás y para adelante, y así disfrutar de esta hermosa
balada. Gracias Bon Scott, con esta canción me regalaste una hectárea en el
cielo.
hermoso.
ResponderEliminartodo hermano mayor que intentó dejarle un legado musical a un hermano menor se tiene que emocionar leyendo esto
que bueno saber que a los chiquitines les dejamos algo
Muchas gracias! La mejor herencia, la música!
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