Nunca estuve de acuerdo con la frase que dice que hay que
vivir cada día como si fuera el último. De hecho estoy en contra de aquella
sentencia. Sobretodo porque la veo completamente perjudicial para cualquier
persona. Estoy convencido de que las consecuencias que traería llevar a cabo el
contenido de dicha frase pueden llegar a ser devastadoras y de distintas
índoles.
Por un lado, pienso
que mucha gente se pasaría el día llorando angustiada por saber que no habrá
mañana y que perderá a sus seres queridos, sus posesiones o sus proyectos. Esto
causaría una gran depresión general provocando un estancamiento tanto emocional
como dinámico. Por otro lado, habría varios que sacarían a relucir deseos por
demás oscuros con el aval de que no serían juzgados más allá del final del día.
Algunos quizás hasta pueden matar por esto, y al despertarse se desayunarían con
una orden judicial para pasar una larga estadía en una jaula. Esto provocaría
una superpoblación de las cárceles no dando abasto ni el lugar, ni la comida. Y
a esto si le sumamos, que si dentro de las fantasías más prohibidas, encontráramos
las relacionadas con los engaños sexuales, como resultado de esto habría más
actos de violencia de acuerdo a una posterior venganza que no estaba implorada durante
el acto sexual prohibido por la tonta creencia de ser el último día. De ese
modo, habría que invertir mucho dinero para la construcción de nuevos
pabellones.
Otras personas aprovecharían sus 24 horas finales para dar
rienda suelta a los vicios prohibidos por la sociedad o por su Doctor de turno.
Comerían, beberían y usarían drogas hasta el hartazgo buscando allí el placer
infinito que no tiene futuro. Y al día siguiente, con resaca, con
descompostura, con el colesterol por las nubes, y con varias neuronas menos, se
lamentarán de haber escuchado y obedecido a esa frase.
Otros simplemente, faltarían a sus obligaciones diarias para
pasar un día libre y relajado sin contemplar que a la mañana siguiente, los más
afortunados buscarían alguna excusa convincente y los demás buscarían otro
trabajo para no quedar en la calle.
En fin, las consecuencias pueden llegar a ser muy
desalentadoras para el futuro de la sociedad.
Muchos podrán pensar que mi modo de ver las cosas es un
tanto precavido y cauto y sin ninguna emoción donde las cosas son exactas,
aburridas y monótonas. Pero en tal caso, yo reformularía la frase de modo que
cada día sea vivido como el primero y no como el último. De esa manera, nada
sería monótono ni aburrido; sino por lo
contrario, todo sería nuevo, todo estaría por hacerse, todo cambio sería
posible. Entiendo que muchos pueden tildar esto de simplista, o de una manera
tontamente idealista de ver el mundo. Entonces solo quedaría por decirles que
vivan cada día como si fuese ese día, con el trajín de ayer y la incertidumbre
de mañana.
FIN
Muchas gracias!
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